martes, 3 de junio de 2008

Soledad, ¿Castigo o tesoro?


No sé si será que tras vivir sola seis años he adquirido rarezas que en otras circunstancias no habrían brotado en mí, o que sencillamente me encontré a mí misma entre línea y línea durante los profundos diálogos conmigo misma.

Al principio casi que no me soportaba. Sí, has leído bien. Es difícil asumirse, aceptarse, escucharse... pero yo lo hice. Con el tiempo mi mirada hacia el exterior se volvió hacia adentro y logré encontrar cosas que no sabía que estaban ahí. Creo que fue en el momento en el que supe quien era. ¡Tal vez!

Lo cierto es que ahora, que mi vida ha cambiado, no me resulta fácil que entre nadie dentro de ese círculo cerrado en el que he vivido tantos años, me irrita la invasión de los otros en ese mundo paradisiaco en el que soy el centro, la dueña y señora. Protegida tras los muros de mi fortaleza, en el único lugar en el que mi voluntad tiene un peso vital. Un paraíso particular, en donde mi pequeño tigre y yo compartimos momentos de ensueño y magia. Mi casa.

Una parcela de estrellas con un inmenso jardín de nubesque cada día realizan un único e irrepetible espectáculo sólo para mí.

¿Castigo o tesoro? El ying y el yang de la vida. A veces uno y a veces otro. Sos las dos caras de una misma moneda que no podría ser completa sin ambas.

Y es que de todo se cansa uno cuando abusa, hasta de lo bueno.

La voz anónima del camino a la nada.

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