martes, 3 de junio de 2008

Cuando la enfermedad trunca tus planes


Es curioso, vivimos sin pensar que podemos perder la salud, sin darnos cuenta de que tenemos un ilimitado número de opciones y alternativas para escoger, infinitos caminos y posibles proyectos que llevar a cabo, y que a veces no tomamos cuando podemos.

Un día, se acabó. El diagnóstico de una enfermedad grave borra en un sólo instante toda nuestra vida y nos vuelve pasado. Un segundo que nos altera la existencia para siempre y nos cambia totalmente las prioridades que primaron nuestra vida y lo reestructura todo.

Un reinicio de sistema no deseado, que borra de nuestro disco duro las cosas inútiles que se grabaron y nos devuelve a lo único que de verdad importa. A lo que teníamos olvidado. A quienes somos en realidad. Sin tapujos ni engaños y sin mucho más tiempo.

Pero, ¿porqué no podemos ver qué es lo que de verdad nos importa antes de llegar a este trance sin retorno?

Es claro que en nuestro funcionamiento casi perfecto, somos totalmente defectuosos. Como si un cromosoma absurdo estuviera siempre presente y nos minara la realidad una vez tras otra. Perdemos el tiempo en preocupaciones absurdas, en peleas sin importancia que nos quitan energía.

Meditemos hoy sobre quiénes somos y qué esperamos de nuestra vida, sobre lo que tenemos y lo que realmente necesitamos, antes de que lleguemos al final del viaje y descubramos que ni fuimos, ni llegamos a ninguna parte.

La voz anónima del camino a la nada.

1 comentario:

  1. A veces una enfermedad nos hace valorar lo que tenemos en nuestra escala de valores y es fácil que tras alguna mala noticia indeseable el orden varíe notablemente, supongo que si estas cosas no pasaran no evolucionaríamos espiritualmente. Saludos.

    ResponderEliminar