lunes, 29 de marzo de 2010

Somos tan buenos como creemos y nos decimos cada día...

¿Soy tan buena persona como me digo a mí misma a cada momento?
Esta es la pregunta que me asaltaba este fin de semana pasado. Siempre diciéndome lo malos que son los otros, lo dañinos... y seguro que tengo toda la razón, pero, ¿yo soy mejor?
He descartado volver a ver a un amigo porque ya no me interesaba su compañía. Me hace daño, lo arranco de mi vida. Lo he hecho en varias ocasiones y no, no me quito razón. Si la gente no nos aporta debemos curarnos en salud y extirparnos la sanguijuela. Estoy de acuerdo conmigo misma pero analizando más profundamente mis sentimientos, mis decisiones, mi forma de actuar en algunas ocasiones he descubierto que también yo puedo llegar a manipular por interés una situación. Utilizar a una persona para obtener algo que necesito y luego desecharla de mi vida. Después de obtener mi pequeño beneficio.
Tras caer en la cuenta de que yo también puedo ser manipuladora, egoista, convenida... me ha hecho recapacitar sobre el egoísmo que siempre he achacado a los otros.
Los otros también me han utilizado para obtener un fin y luego me han borrado de sus vidas, porque les recordaba a su antiguo problema, a su antigua vida o a su antiguo sufrimiento. Tal vez mirarme a mí era ver aquel error que cometieron, o a aquella situación terrible que sufrieron una vez. Rememorarla, sufrirla de nuevo. Es posible que así sea por lo que al final optaron por olvidar y anularme de sus vidas.
Tal vez sea que yo no estaba preparada para esas pérdidas pero ellos sí, porque yo he estado preparada para sacrificar a esas otras personas y no he dudado en fulminarlas.
No soy mejor que aquellos a los que he criticado. Sencillamente somos humanos y todos buscamos nuestra supervivencia, nuestro bienestar y a veces para ello hay que dejar atrás cosas por el camino.
Supongo que ahora veo las cosas de un modo un tanto diferente, no me ayuda a soportar el dolor que aquellas personas me causaron cuando me expulsaron injustamente de sus vidas, pero me ayuda a ser un poco menos severa con el rencor que aún siento hacia lo injustas que fueron conmigo.
Una vez leí un artículo de Carmen Posadas que medio pistas sobre la posibilidad de que alguien te quite de su vida, no porque te odie de verdad, o porque no te quiera, más bien porque son incapaces de olvidar sus errores si siguen teniendo a su testigo presencial cerca de sí. Sabias palabras la de esta mujer que abrieron en mí toda una búsqueda de respuestas ante lo que yo había sentido, por parte de algún que otro amigo, un abandono total.
Ahora siento algo de lástima por ellos al darme cuenta de que no supieron enfrentar sus miedos y sus recuerdos y optaron por huir. Porque yo también he tenido que huir de lo que siento en algunas ocasiones y al fin he podido ser sincera conmigo y asumir mis propias debilidades de una vez.
En cuanto a que todo el mundo busca algo tras su sonrisa, pues no tengo aún respuesta definitiva. Por el momento pienso que en general sí, pero que hay excepciones. Hay gente de corazón puro, de esto estoy segura. Pero también sé, que yo no soy una de esas gentes limpias de alma.
Intentaré a partir de ahora, tras este difícil ejercicio de autocrítica, caminar con más dignidad por la vida y no ser tan dura con las decisiones de los otros.
Es posible que estas conclusiones no me hagan sentir mucho mejor que antes. Con respecto a los otros puede ser que haya alcanzo un nivel más alto de tolerancia y eso me ayude mucho a la hora de mi trato con los demás. En cuanto a mí misma es más duro. Me he decepcionado un poco conmigo misma y eso es mucho más difícil de asumir y también de superar. Alardeé de exigente y luego me he dado cuenta de que no hago las cosas tan bien como creía. Y una vez abiertos los ojos a mi propia alma no puedo volverme a autoengañar.
Tal vez nadie pueda escapar a la esencia humana que vuelve bajeza rápidamente todo lo que toca. Ahora necesitaré meditar más en mis propias palabras para avanzar un paso más en el camino de mi vida.
Ruego podáis perdonar mis divagaciones de hoy, pero debéis entender que es en este rincón en el lugar que vuelco mis miedos, mis frustraciones, mi dolor. Que es mi espacio secreto en el que hago el escrutinio de mi alma, de las cosas que pasan por mi cabeza, por mi vida.
A veces la vida me duele tanto que no sé como resisto a seguir aquí. Se me diluyen las esperanzas y se me vuelven montañas negras las cosas que siento... pero de que la vida duele, hablaré en otro momento.

Amigo lector gracias por estar ahí y por compartir la voz anónima del camino a la nada.

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